A la par que la metodología de entrenamiento en el fútbol, las activaciones que realizamos para preparar a nuestros jugadores para el partido, han ido cambiando con el paso del tiempo.

     En el pasado, debido a una preparación física más cerca del atletismo que del propio fútbol, los calentamientos se veían afectados por esta corriente. Donde la carrera y la motricidad eran la parte principal de la activación, más alguna acción con balón. Es cierto que mediante la carrera, a nivel fisiológico, se consiguen unos valores adecuados para disputar un partido; pero en el fútbol la carrera es sólo una parte de él, aparte de ser una carrera condicionada por múltiples factores  que ocurren alrededor del jugador.

     En los últimos años, los calentamientos se han adaptado a las necesidades condicionales del fútbol actual. Han aparecido términos nuevos, como los estiramientos en régimen excéntrico de los músculos implicados o los cambios de dirección; asemejando los movimientos de la activación a lo ocurrido durante el partido. En este sentido, a nivel condicional, los preparadores físicos hemos sabido extraer las demandas fisiológicas del rendimiento, para acondicionarlas durante el calentamiento. El tipo de desplazamientos que actualmente usamos para la puesta a punto de la competición, hace tiempo dejaron de ser 2 filas rectas con movimientos lineales;  hemos asumido la importancia de las aceleraciones y desaceleraciones, así como los cambios de dirección.

   En resumen el aspecto condicional ha progresado enormemente, adaptando los nuevos métodos de trabajo utilizados en las sesiones a las activaciones. Pero en el fútbol, la parte condicional sólo en un “trozo del pastel”,  íntimamente relacionado con el resto; por lo que nuestros calentamientos también deben ocuparse de otros factores.

   Se establecen cinco principales factores que debemos trabajar meticulosamente en las activaciones, para que nuestros jugadores inicien la competición a un nivel óptimo: el aspecto psicológico, el aspecto social-afectivo, el aspecto técnico-táctico, el aspecto cognitivo y por último el condicional, del que ya se ha comentado con anterioridad. Es muy importante, no olvidar que estos factores están estrechamente relacionados entre sí y es imposible trabajar cada uno por separado; cada ejercicio que programemos incluirá cada uno de estos conceptos en mayor o menor medida. Por ejemplo, el aspecto condicional es imposible trabajarlo sin una orientación técnico-táctica de las demandas fisiológicas del propio juego.

   El factor psicológico, es el más fácil de diferenciar; la mayoría de los técnicos lo asocian a dos palabras clave: motivación y concentración. Se trata de un concepto individual, dónde cada jugador por su cuenta, debe encontrar el equilibrio entre activación y relajación, para afrontar a nivel psicosomático en condiciones la competición.

   La motivación para un partido, no sólo se trabaja treinta minutos antes, sino que es el resultado de la semana a corto plazo y de la temporada a largo plazo. El momento de la charla previa al calentamiento es el preferido por los entrenadores para “mentalizar” a sus jugadores. Es muy importante saber qué cada jugador alcanza su estado de “flow”, o nivel óptimo de competición psicológicamente, de manera diferente. Habrá jugadores para los que la competición les ocasione un aumento del nivel de estrés y deban por ejemplo escuchar música de ritmo lento para relajarse. Otros jugadores, sin embargo, necesiten activarse previamente, mediante música de ritmo acelerado. Cada jugador es un universo diferente y es tarea de ellos mismos, descubrir las herramientas que les ayudan a afrontar mejor la competición.

   El aspecto social-afectivo hace referencia al estado emocional del jugador individual y del grupo en conjunto; los entrenadores de hoy en día a parte de las tareas conocidas,  deben ser eficaces a la hora de gestionar las emociones de sus jugadores. El objetivo consiste en conseguir una dinámica positiva para todo el grupo, son importantes valores como la cohesión y la solidaridad dentro del grupo, para afrontar los contratiempos de la competición. Antes, durante y después de la activación, se pueden utilizar tanto charlas dirigidas individuales o grupales,  como ejercicios destinados a conseguir un ambiente óptimo dentro del equipo para el partido.

   Los ejercicios que destinamos a preparar la parte técnico-táctica para el partido; normalmente se centran en  acciones analíticas de pase y conducción, posesiones cortas, técnicas colectivas y llegadas. Durante estos ejercicios se busca que el jugador se familiarice con el tipo de terreno de juego y el balón; mediante acciones simples que buscan fomentar las relaciones que se necesitan en la competición.

   Normalmente el tiempo destinado al aspecto técnico-táctico y al condicional es parecido; acompañado del discurso del entrenador antes y después de la activación, conforman las herramientas tradicionales de preparación para un partido.

   Cuando un equipo empieza un partido con malas sensaciones, muchas veces oímos desde la grada o el banquillo que están despistados, que han salido dormidos, que falta intensidad… Seguramente el calentamiento haya sido el mismo que todos los días, los jugadores han venido con la misma predisposición y concentración con la que encaran todos los partidos; pero hay algo que no funciona al principio.

¿Y si ese déficit de preparación para la competición, sería supuesto por la falta de puesta a punto cognitiva del jugador?

   Desde el pitido del árbitro, cada jugador está obligado a tomar múltiples decisiones, debe percibir lo que está pasando a su alrededor para anticiparse a las situaciones y elegir la respuesta correcta. ¿Realmente en las activaciones fomentamos la toma de decisiones?

   En la mayoría de los ejercicios que planteamos en un calentamiento, los jugadores obedecen la dirección y el sentido marcado por los técnicos. No hay tiempo para fomentar la creatividad o la elección de una respuesta en base a varios estímulos.

      Considerando el aspecto cognitivo como un factor limitante del rendimiento en los deportes colectivos; se debe incluir con más hincapié en sesiones y activaciones. Se tiende a formar jugadores “reactivos”, que reaccionan a lo que ven a su alrededor; con ejercicios muy marcados donde la autonomía del jugador se ve limitada. Y como consecuencia de esto, las activaciones pre-partido se ven afectadas por este síntoma.

Si en nuestros calentamientos adaptamos los ejercicios para incluir estímulos decisionales, ante los cuáles los jugadores deben elegir una respuesta; la ejecución durante los primeros compases del partido mejorará, porque antes habremos pre-activado el mecanismo de percepción y decisión. Los jugadores  pueden tener automatismos de respuesta a situaciones analizadas anteriormente, pero no puede comportarse como autómatas;  la diferencia ente buenos y excelentes jugadores, es la capacidad de adaptarse al entorno y adaptar el entorno a ellos.

Ejercicio de activación pre-partido, orientado al aspecto condicional, con mecanismos de percepción y decisión.

AITOR UGARTE  @aitorugarte1