A menudo escucho gran cantidad de debates en sitios públicos en los que el tema principal es si el FC Barcelona juega al fútbol mejor que el Real Madrid. La variedad de respuestas es infinita. Los del “Barsa” piensan que juega mejor su equipo y los del Madrid contestan que ver jugar al “Barsa” aburre.  Otros dicen que el Madrid  en vez de jugar “así” debería de jugar de “otra manera” Estas conversaciones, en la gran mayoría de los casos comienzan con un simple comentario y terminan con discusiones entre aficionados cuyas “mentes cerradas” no les permiten ver o pensar más allá de que su equipo es el mejor o que han perdido por el árbitro.

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Pues bien, una vez hecho este inciso, a mi me gustaría preguntar a cada uno de ustedes, ¿Qué es jugar bien al fútbol? Yo os voy a dar mi opinión:

El fútbol es el deporte más practicado en el mundo, de ahí que existan miles y miles de equipos tanto en futbol base, amateur y profesional que al mismo tiempo son dirigidos por miles y miles de entrenadores. Sin entrar a valorar si la formación de cada uno de los entrenadores es la correcta,  cada uno de  ellos tendrá una visión o una idea de cómo le gustaría que su equipo jugara. Teniendo en cuenta esto y a partir de ahora centrándonos principalmente en equipos amateur o profesionales donde el objetivo es ganar, y dejando a un lado el futbol base donde hay cosas más importantes que la victoria y la derrota, cada uno de todos estos equipos jugará de una manera diferente y todos y cada uno de sus entrenadores buscarán que su equipo gane el partido.

A partir de ahí habrá unos que ganen, otros perderán y otros empatarán, y es aquí donde el entrenador tiene que analizar lo que ha ocurrido. Habrá semanas que ganando no estará del todo satisfecho; otras, su equipo habrá perdido y se sentirá orgulloso de sus jugadores; y en cambio, otras empatarán y pensará que podían haber dado mucho más. En muy pocas ocasiones, lo que ocurra  será porque una expulsión injusta condiciona el partido o una lesión en el calentamiento ha trastocado los planes de toda la semana. Esas cosas realmente no se pueden controlar pero hay otras muchas que sí, y es ahí donde entra el principal papel del entrenador. Cuando después de un partido se siente a analizar lo que ha ocurrido, lo primero que debe preguntarse es si durante la semana de entrenamiento previa al partido ha diseñado tareas con el objetivo de que sus jugadores pudieran vivenciar algo parecido a lo que podían encontrarse  el domingo. Luego, durante el partido, las cosas podrán salir mejor o peor, sobre todo porque enfrente habrá un rival y él también juega.

Escucho a muchos compañeros decir que su sistema preferido es el 1-3-5-2 o 1-4-3-3 y que a él le gusta siempre jugar con ese sistema e intentando que su equipo salga con el balón jugado desde el portero. Si su equipo inicia el juego con un balón largo ya no juega bien. O también veo a muchos otros que llegado el descanso del partido les exige a sus jugadores que toquen y toquen y toquen y superen líneas contrarias con la posesión del balón cuando en los dos entrenamientos de la semana que ha tenido ese quipo de preferente ha trabajado  “físico” descontextualizado totalmente del juego y posesiones inespecíficas donde el único objetivo del juego es tener la pelota. ¿Puede ese entrenador exigirles algo a sus jugadores que además de que no han trabajado puede que no tengan condiciones para realizarlo? ¿Se ha adaptado ese entrenador a sus jugadores y ha creado un modelo de juego acorde a las características de éstos?

En mi corta experiencia como entrenador, una de las pocas cosas que me ha quedado clara, es que soy yo el que tengo que adaptarme a mis jugadores. Llegar a un equipo con un sistema predefinido por mí sin saber qué me voy a encontrar y tratar de “obligarles” a que jueguen como a mí me gusta como si fueran robots, es sinónimo de fracaso.

Primero tendré que conocerlos como futbolistas y como personas, saber cómo han jugado en los últimos años, qué resultado han obtenido  y a partir de ahí tratar de crear un modelo de juego potenciando el anterior (si las cosas fueron bien) o creando uno nuevo pero en cualquiera de los casos que ellos se sientan identificados y sobre todo los protagonistas sean ellos. El sistema que elija será importante pero lo será aún más la forma de juego, el modelo. Mi principal objetivo será hacerles llegar mi idea  (siempre adaptada a sus características) e independientemente de la metodología que utilice,  que ellos crean en mí. Como he dicho antes que ellos se sientan los principales protagonistas del juego. Es entonces, y con mucho trabajo por delante, cuando se puede empezar a formar un equipo. Todo esto, que en diez líneas parece muy fácil de hacer, después es muy complejo y a veces se puede llegar a pensar que hasta imposible. Tendremos que tener en cuenta que tenemos 22 jugadores con 22 personalidades diferentes, posiblemente con 22 maneras diferentes de entender el juego y si llegamos a un equipo que ya está hecho y en el que no podemos elegir nosotros a los jugadores esta dificultad aún crecerá más.

Como líderes de grupo que somos intentaremos que todos y cada uno de los miembros del equipo piensen lo más parecido posible, y para eso tendremos que aprovechar los entrenamientos al máximo. Será nuestro objetivo y el de nuestro cuerpo técnico (si lo tenemos) crear tareas con la mayor transferencia posible al juego, adaptándolas a las características de nuestros jugadores y sobre todo tratando de simular la forma de la que queremos jugar el Domingo e intentado, en la medida de lo posible, conocer a través de esas tareas como puede jugarnos nuestro rival del próximo partido. A todo esto habrá que añadir que con estas tareas debemos de crear sinergias entre nuestros jugadores tratando que unos a otros se hagan mejores.

Es entonces cuando podremos preguntarnos, después de los partidos, si nuestro equipo juega bien al fútbol. Y jugar bien al fútbol no es sinónimo de tener que hacer gol con ataque organizado y con la posesión del balón controlada durante la mayor parte del partido, si no que nuestro equipo aproveche  y explote al máximo sus puntos fuertes. Es también en este caso, cuando sabré qué puedo exigir o corregir a mi equipo durante el descanso del partido. Y vuelvo a repetir que podrá salir mejor o peor, pero independientemente del resultado, nos iremos con la consciencia tranquila de que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos, teniendo en cuenta que siempre tenemos que tener motivación y ganas para seguir mejorando.

Augusto Teruel Martínez – @Augustoteru – Entrenador Nivel II y Licenciado en INEF – Albacete