Sin duda la motivación en cualquier deporte es un aspecto tan a tener en cuenta como el físico, técnico o táctico. Son innumerables los casos en los que deportistas que partían en clara desventaja con respecto a sus rivales lograron imponerse a base de ilusión y confianza. En esta ocasión os mostramos el caso de un desconocido jugador de póker que allá por 2003 se lanzó de cabeza a la piscina con el propósito de convertirse en campeón del mundo, algo que hasta ese momento estaba reservado exclusivamente a los grandes profesionales del planeta.

Chris-Moneymaker-2011

Para entender la importancia de la hazaña hay que ponerse en situación. A finales del siglo pasado la aparición del póker online consiguió expandir este juego -reconocido actualmente como deporte mental por la IMSA (Asociación Internacional de Deportes Mentales)- a todos los aficionados del mundo, si bien las grandes competiciones a las que se accedía a través de un precio considerable en su inscripción continuaban siendo coto exclusivo de las grandes estrellas. Pero algunas salas de póker online además de premiar en metálico a sus participantes, comenzaban a ofrecer la posibilidad de conseguir entradas para diferentes eventos de póker en vivo, algo que daba la oportunidad de sentarse en una mesa de un gran torneo a personas que económicamente no se podían permitir el lujo reservar ese asiento. Allí entra en escena nuestro protagonista.

Chris Moneymaker era un simple contable de Memphis aficionado al póker que pasaba sus ratos ocio disfrutando de su pasión. Entre sus sueños siempre había estado la posibilidad de sentarse un día en la mesa de un gran casino de Las Vegas para competir en las Series Mundiales de Póker (WSOP), pero esto era algo que se auguraba harto difícil en su situación.

Lo que parecía una quimera dio un giro radical cuando el bueno de Chris decidió inscribirse por 39$ en un torneo de póker online de PokerStars en el que logró la victoria que le daba acceso a un satélite online cuyo premio era un asiento para participar en las WSOP 2003. Moneymaker voló tras su sueño y consiguió también la victoria en el segundo de los torneos alcanzando su meta de ir a Las Vegas.

Allí se plantó rodeado de sharks esperando devorar al pequeño fish (tiburones y pescados, así se denomina en el argot del póker a los expertos y los ingenuos del juego). Lo que nadie esperaba es que el desconocido contable no estaba dispuesto a dejar pasar su ocasión sin luchar contra todos los pronósticos y las estadísticas para tratar de hacer historia. Y vaya si la hizo. Chris Moneymaker, probablemente empujado por la mayor ilusión y la dosis necesaria de fortuna que se requiere en estos casos, fue dejando increíbles rivales por el camino hasta doblegar en el mano a mano final a una leyenda como Sam Farha y ante el asombro del mundo coronarse campeón de las WSOP.

Mano final en la que Chris Moneymaker se proclama campeón del mundo

Aquellos 39$ y su tesón hicieron realidad el sueño Chris Moneymaker que se llevó el codiciado brazalete de campeón y un premio de 2,5 millones de dólares por su victoria, pero además de ello se convirtió en un icono y referente para multitud de personas. A partir de aquel día, el ahora conocido como “Efecto Moneymaker” cambió para siempre la historia del póker.

Esta increíble aventura nos demuestra que el objetivo nunca está demasiado lejos si tienes una actitud correcta y centras todas tus energías en alcanzarlo.