El fútbol es el deporte favorito de millones de personas y el más seguido del mundo. LO ES también entre los más jóvenes, lo que, bien gestionado, supone una oportunidad para inculcar hábitos saludables a los niños. Y es que el fútbol, como cualquier deporte, tiene una serie de valores que pueden influir muy positivamente en el desarrollo de los menores.

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Ahora bien, en una época donde los niños tienen acceso a tecnologías que les proporcionan distracciones sin necesidad de moverse, ¿cómo podemos motivarles para que hagan deporte y que ese deporte sea el fútbol?

Destaca los valores del fútbol

La solidaridad del juego en equipo, el respeto al rival, la competitividad para mejorar día a día, el sacrificio y el disfrute responsable de la recompensa, el saber perder y saber ganar y la tenacidad para lograr lo que queremos, son valores inherentes a muchos deportes. El fútbol, lejos de ser una excepción, es el ejemplo de que todos esos valores nos acercan a la consecución de nuestros objetivos.

Y ¿quién no quiere que sus hijos sepan ganar y perder, sean tenaces, solidarios, respetuosos, competitivos y que sepan disfrutar con responsabilidad?

Explica a los niños todas las ventajas de jugar en equipo: hacer amigos y conocer gente, aumentar su mundo y experiencias y acostumbrarse a tener hábitos en los que se sacrifica individualmente por el grupo, pero participa de lo bueno que se logre en conjunto.

La salud y la forma física

Un niño deportista es un niño más sano y si persiste en su hábito, será un adulto con mejor salud y forma física. Hay que explicar a los niños que la salud depende de cómo tratemos nuestro cuerpo y que el deporte en los años de crecimiento ayuda a que nuestra forma física general sea mejor y a caer menos veces enfermo. Incluso, hay enfermedades que mejoran con hábitos deportivos, como algunas alergias, determinados problemas de espalda y, por supuesto, la hipertensión y la ansiedad.

Para colmo, se puede explicar a los niños que cuanto más deporte hagan más caprichos podrán darse a la hora de comer (aunque con moderación). Un metabolismo más eficiente, típico en personas deportistas, quema mejor las grasas.

Premios

A los niños les cuesta mucho pensar a largo plazo, por lo que para reforzar comportamientos positivos será necesario ofrecerles beneficios inmediatos. Un viaje de vacaciones a algún lugar de su interés o ese juguete que siempre te pide, pueden ser buenos incentivos, pero es un mecanismo que hay que usar de manera secundaria y con cuidado, porque si solo juegan al fútbol por obtener cosas no relacionadas con el fútbol, su interés no será auténtico y no podrá durar mucho.

Jugar con él

Sobre todo en el caso de los más pequeños, nada les motivará más que jugar con sus padres. El vínculo que el fútbol puede establecer en la familia puede ser algo que dure para siempre e incluso puede ser la excusa para hablar entre padres e hijos en esas veces en que la relación pasa por momentos de distanciamiento.

Y no solo jugar juntos, sino también, vivirlo el fútbol juntos siguiendo los grandes campeonatos nacionales e internacionales. Por ejemplo, la próxima Copa América puede ser una oportunidad excelente, incluso para programar unas vacaciones especiales  y conocer Chile, el país anfitrión.

Competitividad entre hermanos, primos y amigos

Jugar entre hermanos o con otros niños de la familia, vecinos y compañeros de estudios, es un motivo clásico para empezar en cualquier deporte. Los lazos familiares y las amistades siempre empujan a realizar actividades en grupo. Por eso es importante y definitivo que el entorno de tus hijos vea al fútbol como una opción de ocio y si pertenecen a un equipo federado, es más que probable que tu hijo quiera federarse sin que tú se lo sugieras.

Jugar en familia es aún mejor si hay niñas, pues es el entorno óptimo para que niños y niñas se críen en ámbitos y valores de igualdad y acabar con los prejuicios que aún empujan a muchas niñas a no interesarse por el fútbol.

CATALINA LOPEZ ZULUAGA – Periodista y Escritora Online