Recuerdo la primera vez que fui a un campo de fútbol con mi padre. Era un niño que no llegaba ni a los ocho años de edad y mi padre me dijo: no escuches las barbaridades que dicen estos señores en el campo. La evolución de esa “cultura” del insulto a futbolistas, entrenadores o árbitros ha ido creciendo con el paso del tiempo. Hemos perdido el sentido del respeto, tolerancia y el compañerismo con tu adversario en el terreno de juego. Para explicar este fenómeno, hay que hacer una visión global sobre diferentes actores de esta sociedad.

Enlace original foto: www.elconfidencial.com

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En primer lugar, la educación o la falta de educación sirve para explicar en gran medida la costumbre de insultar. Muchos han entendido el fútbol como el lugar para intentar ahogar sus frustraciones o un sitio para intentar ser mejor que alguien. Desgraciadamente, nadie sabe perder y pocos saben ganar. Existe creencia que el rival es un enemigo bélico y comprar una entrada te proporciona el derecho para insultar, amenazar o lo que sea necesario. No respetamos las ideas opuestas a las nuestras y cualquier excusa es bueno para faltarle el respeto a los que están en otro equipo o tienen algún planteamiento diferente al nuestro.

En segundo lugar, algunos medios de la prensa deportiva tienen comentarios o titulares demasiado incendiarios. Quieren vender a toda costa y hemos visto portadas donde se incita a demonizar la imagen de futbolistas, entrenadores, árbitros, etc..  Intentan vender más lo malo que lo bueno, alimentar el morbo y sobre todo buscar la confrontación entre diferentes equipos. Adjetivos como chulo, provocador, violento han inundado diarios o incluso he leído llamar a Mourinho nazi portugués. La prensa debería replantearse el enfoque y entender que no es bueno llevar a las personas al límite. La influencia de los medios de comunicación es enorme en la sociedad y con actitudes provocadoras sólo consiguen aumentar la crispación social.

Jugadores, entrenadores, técnicos, etc.  Contribuyen en gran medida con gestos, declaraciones muy desafortunadas o sin poner en el acta los insultos que escuchan a que este problema ha ido creciendo exponencialmente. Deben intentar dar ejemplo porque un gran número de niños se miran en su espejo y luego copian comportamientos. Debemos hacer un gran trabajo desde la base para evitar que por ejemplo padres de niños pequeños se agredan durante partidos de infantiles.

El gran problema es que nos hemos acostumbrado a ver estas actitudes y parece que son completamente normales. Tal vez deberíamos pensar porque en deportes como el tenis el público es más respetuoso. Hay que hacer un llamamiento a la concordia porque el respeto al rival es uno de los valores del deporte. Además, el incremento de tensión ya hemos visto que provoca desgracias personales.

ALEJANDRO PINEDO SOLANO @AlejandroPine29
Cadiz
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Exfutbolista y Bloguero