La autoconfianza es la convicción que un deportista tiene para obtener un determinado resultado o cumplir un objetivo.

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Para Bandura existe una unión de tres factores básicos que influyen en el rendimiento óptimo: factores personales-cognitivos, ambientales y conductuales. De tal modo que los juicios de valor que poseemos sobre nosotros mismo influyen en nuestra ejecución y emociones.

Dos son las expectativas que nos planteamos antes de la acción: eficacia, si poseemos la creencia de superar una prueba, y resultados, si poseemos la creencia que un comportamiento inducirá a un tipo u otro de resultados. Para formarnos nuestras expectativas de si lograremos o no superar una prueba, asegura Bandura que 4 son las fuentes posibles: capacidad de ejecución, aprendizaje por observación de otras personas, persuasión verbal y nivel de activación fisiológica.

Normalmente, la confianza en los entrenamientos es superior que en los partidos, es por esto por lo que día a día se debe trabajar aspectos técnico-tácticos y emocionales. Los deportistas deben aprender a manejar sus emociones en momentos de tensión (marcador en contra), mantener su concentración en situaciones injustas (decisiones arbitrales) y mantener su motivación y confianza al 100%; y todo esto es posible trabajarlo para acercarlo a la realidad de la competición.

También a la hora de desarrollar aprendizajes y trasladarlo a la competición, la autoconfianza juega un papel muy importante. La valentía para trabajar lo entrenado en los partidos es fundamental para que el jugador demuestre bajo presión lo que es capaz de hacer y sentirse válido y confiado consigo mismo. Esto le generará ganas de seguir aprendiendo, sentirá menos dudas y miedos,  y tomará más y mejores decisiones.

Hay que hacer diferencia entre el éxito y rendimiento. Normalmente, autoconfianza y éxito van de la mano, pero no siempre es positivo relacionarla con el rendimiento. Cuando hay un exceso de confianza el deportista puede confundirse. En ocasiones el exceso de confianza produce desconcentración, frustración o pensamientos narcisistas o egocéntricos. Esto no solo pone en peligro el rendimiento del propio jugador, sino del equipo. Puede llegar a pensar que no necesita seguir aprendiendo porque ya es el mejor, puede frustrarse porque piense que debe estar en categorías superiores o ganando más dinero…

Es importante enseñar a los jugadores a centrarse en objetivos de proceso y no de resultado, para que vayan creando hábitos saludables e inteligentes,  siendo conscientes de sus progresos y dificultades (formando su autoconfianza). Esto les hará estar motivados intrínsecamente y su ilusión se mantendrá intacta, sabrán salir de los problemas con más facilidad y estarán creando una personalidad más centrada en la autoconfianza y el respeto. La certeza de que uno puede conseguir lo que se proponga les hará ser perseverantes.

ALBA A. LÓPEZ PÉREZ @AlbaALopezPerez
Psicóloga del Deporte y de la Actividad Física
Malaga