¿La imagen equivocada de un formador de Fútbol Base?

“Como cada semana volverá a transitar por caminos conocidos.

Hará su largo andar una y otra vez como león enjaulado.

Durante los 90 minutos trazará nuevamente con su paso nervioso senderos donde dejó marcadas huellas profundas de la contienda anterior; igual que antes se frenará de golpe, se pondrá de cuclillas, gritará órdenes con su verbo respetuoso y prolijo; volverá a vociferar una y otra vez para animar a sus pupilos, para reclamarles esfuerzo o para felicitarles.

Aplaudirá, chiflará hasta el cansancio, hará un par de guiños y volverá a empezar de nuevo.

Como siempre se abstraerá del entorno para dejar que su mente frenética elabore estrategias, soluciones y cambios”

¿Por qué algunos capacitadores lo ven tan mal en el Fútbol Base?

Son muchos los entrenadores de fútbol que suelen gritar constantemente durante partidos y entrenamientos: por arrogancia, desinformación o falta de seguridad en sí mismos.

El entrenador de fútbol formativo cuando grita simboliza muchas cosas:

  1. Que está vivo, que no está durmiendo y cruzado de brazos en la banca, que se encuentra atento y a la ayuda de su equipo para cualquier sorpresa.
  2. Que desea transmitir el espíritu de lucha a sus jugadores, tan indispensable cuando los encuentros se tornan disputados. Predica con el ejemplo, pues termina igual que ellos “empapado” de sudor de tanto moverse y hablar.
  3. Que está tan seguro de lo sabe y quiere con sus jugadores, que no tiene ningún problema en transmitirlo de manera abierta y sin interrupciones, maneja los fundamentos del juego a la perfección y cuando habla en la cancha merece el respeto de propios y extraños.

¿Tiene alguna consecuencia negativa para el niño que su formador-entrenador se la pase gritando en todos los partidos o entrenamientos?

Desde luego que si.

  • Si el formador grita, grita y grita, siempre regaña y corrige al mismo jugador termina exhibiendo de más sus limitaciones y en vez de ayudarlo a aprender a colocarse en la cancha o hacer una mejor lectura táctica del juego, está minando su estado de ánimo poco a poco, hasta el momento en que no pueda hacer algo sin la anuencia de alguien; en suma, un entrenador que nada más le corrige gritándole a uno de sus jugadores, en vez de ayudarlo lo está discriminando y perjudicando.
  • Cuando el entrenador utiliza el grito para “despertar” el carácter de todos sus jugadores, para reforzar lo enseñado en los entrenamientos, para mostrarle que está con ellos o simplemente que desea es que cada vez lo hagan mejor, entonces la verbalización como complemento formativo en las competiciones infantiles o juveniles es más que necesaria. Se convierte de esta forma en un arma letal a favor de quien la posee y una menor a quien no la tenga.
  • Pero si estos gritos se convierten cada vez en amenazas más desconcertantes, en burlas para el adversario o en muestras de ira e impotencia, entonces los focos rojos del temperamento se han encendido.

Evaluar al entrenador de fútbol

Los supervisores de los entrenadores, los directivos e incluso los padres de familia con el paso de los juegos se darán cuenta los motivos de su gritar:

  • Si el niño con el paso de los partidos recibe menos instrucciones y se percata que su comunicación durante el partido con su entrenador es cada semana de más de calidad que cantidad.
  • Si el niño se siente amenazado, intimidado, confundido, etc y el entrenador siempre mantiene el mismo guión.

Por eso es muy importante utilizar los gritos en un ámbito positivo para que el niño se caracterice por ser suficientemente receptivo sabiendo que el grito del entrenador le ayudará a entender porqué pasan las cosas durante el juego, qué posibilidades hay para resolver los problemas tácticos de cada minuto y cómo hay que jugar cada instante del partido teniendo o no la posesión del balón.

Grito positivo versus grito negativo

Grito positivo:
Motiva, alienta, advierte, enseña y ubica

Grito negativo:
Reclama, confunde, atemoriza, desanima

¿Cómo transformar un grito negativo en positivo?

Hablando con los jugadores para que ellos de manera voluntaria confíen en la necesidad de ser ayudados por el entrenador o no durante los partidos.

Crear un ambiente de humildad donde los jugadores reconozcan sus limitaciones y deseen trabajar para corregirlas, para así explotar sus virtudes.

 

Armando Anaya

Entrenador de fútbol