El nuevo entrenador del Barça ha decidido modificar el clásico esquema de 4-3-3 azulgrana por un 4-2-3-1, una alteración táctica que le puede llevar un tiempo adaptarla a sus jugadores.
El FC Barcelona desde tiempos inmemoriales utiliza un 4-3-3, implementado de hecho por Johan Cruyff cuando era el entrenador al comienzo de la década de los 90. Prácticamente al completo desde entonces es el esquema que con el que se ha jugado hasta la llegada este pasado verano de Ronald Koeman.
El neerlandés, que mamó ese fútbol de Cruyff en su etapa como jugador culé, ha llegado con una variante táctica muy interesante, un 4-2-3-1 que entiende que se adapta más al fútbol de hoy en las mejores competiciones del mundo, en las que quiere que su Barça destaque en las apuestas de fútbol.
Un cambio de idea a nivel de club
Sin embargo, hay que tener en cuenta que todo el club está construido en base a la idea del 4-3-3 implantada, un sistema que se utiliza desde La Masía hasta el primer equipo y que por lo tanto, hay ciertos jugadores que prácticamente solo han conocido esas posiciones.
Por ejemplo, Sergio Busquets, Lionel Messi, Sergi Roberto o Gerard Piqué son gente que lleva 15 o 20 años jugando de esa forma, con una línea atrás de cuatro, eso se ha mantenido igual, pero después con un solo mediocentro, dos interiores, dos extremos y un punta de referencia. Ahora todo cambia y afecta a todos los automatismos que este grupo tenía asumidos desde hacía tiempo, una variación que por lo tanto les llevará tiempo asumir.
Favorece la entrada de nuevos jugadores
Eso sí, esta modificación táctica también sirve para que ciertos jóvenes o aquellos futbolistas que no se han formado en La Masía, puedan encontrar su sitio de una manera más cómoda, quizás. Eso es lo que podría estar ocurriendo con Frenkie de Jong, creciendo por momentos en este Barça, Miralem Pjanic, al que también le favorece ese doble pivote, Philippe Coutinho, al que por fin se le ha encontrado su sitio en el club azulgrana, o Pedri González, uno de los descubrimientos más destacados del fútbol nacional en los últimos tiempos.
Los aspectos positivos de este esquema del 4-2-3-1 son que el equipo es más complicado que se parta por el centro del campo, donde hay cinco hombres, por ahí se puede crear superioridad, permite a los mediocentros que se descuelguen en ataque, ya que siempre habrá uno que se quede atrás guardando la posición, y cuando el esférico llega a los metros finales hay cuatro especialistas que pueden ir moviéndose libremente por el campo con el objetivo de crear espacios, no tener marcas fijas y volver loca a la defensa rival.
Esta es la principal idea que Koeman ha querido introducir en el Barça para cambiar su dinámica y que este vuelva a ser competitivo en Europa. Un sistema que teóricamente favorece también su juego, pero que acaba con el clasicismo de una entidad que se desvivía por el 4-3-3 al que se había adaptado los anteriores entrenadores como Quique Setién, Ernesto Valverde, Luis Enrique, Pep Guardiola, Frank Rijkaard y compañía.