Para empezar, decir que siempre que he tenido la oportunidad de entrenar en un club siempre me he dedicado por completo, es verdad que a todos nos tiran unos colores, pero sobre todo en fútbol base, los colores suelen ser los que representas. Por mucho que te guste un equipo u otro, tú te dedicas de pleno al club con el cual colaboras.
Quizás la parte más bonita de entrenar, por lo menos para mí si lo es, es el poder enseñar a las nuevas generaciones, es decir, los entrenadores somos los profesores de fútbol, y tratamos siempre de que nuestro equipo se forme lo mejor posible. Estar entrenando cada semana y ver que los resultados van saliendo o que se practica en el campo aquello que ensayaste, es algo maravilloso, porque le dedicas toda una temporada a practicar cosas, con la finalidad de que salgan y funcionen.
Ver crecer a un jugador, es otra de las cosas que más llena a un entrenador, ver como un niño que empezó contigo, ahora está en el mismo club o en otro igual o más de importante, y saber que lo que hiciste sirvió, es una de las cosas que hace que te auto realices como entrenador y te llene como persona, porque sobre todo, es ver que tu trabajo sirvió para algo y que ahora gracias a ti (en parte), esa persona está donde está.
Toda parte bonita de un trabajo, también conlleva una parte fea, en este caso, menos gustosa. En mi caso, lo peor que llevo hasta ahora es el tener que jugar con los sentimientos de los niños cuando se les hacen pruebas. Es verdad, que está muy bien poder elegir como quieres configurar tu plantilla, pero es bastante complicado sobre todo en niños pequeños, el tener que decirles que no van a entrar en un club, y más si ese club tiene una importancia dentro del fútbol y/o de la ciudad.
Otra parte, que también podemos llamar fea, o más bien complicada, es la relación con los padres. Es verdad que a todos no les podemos gustar, pero algunos padres muchas veces son más niños que los propios niños, y es más muchos comportamientos de los niños vienen determinados por los padres, ya que hablan cosas que no deberían hablar delante de los niños.
En definitiva, para mí, es el trabajo que a día de hoy más me llena y me gusta, y que con lo cual, os ánimo a que probéis ser entrenadores, pero eso sí, mi máxima es: “no hagas aquello, que te hicieron a ti y no te gusto”. Práctica un juego vistoso y limpio, y lo más importante, disfruta entrenando, nunca lo hagas por obligación.
José Ángel Serván Romero – @JoseteServan